Seguidores

11 feb 2014

Dos almas y un sueño.

Hay pocas veces en la vida, en que se cruzan dos almas. 
Es que si te pones a pensar amor mío, la gente se encuentra, se desencuentra, se hacen el amor, y hasta de vez en cuando se quieren; eso pasa todos los días.
¿Pero cuantas veces tu alma se cruza con otra? Y no estamos hablando de otra cualquiera, pero esa que reconoce tu alma, esa que perdura, que la alimenta. 
Que se encuentra con tu alma en un sueño y se abrazan y se dicen cosas, y hasta se hablan de otras vidas. 
Vidas en las que vivieron viviendo, juntas. Bajo la misma piel. 
Bajo el mismo cielo.
Respirando el aire del mismo amor.
Y todo esto no te lo digo porque sepa mucho de almas, porque de almas no se nada, sino porque en un sueño vi que tu alma y la mía estaban ahí, abrazadas; y al acercarme despacito, tristemente me di cuenta que lloraban por nosotros. 
Como si se estuvieran despidiendo.
Como si estuvieran muriendo de a poco.
Como si tuvieran la certeza que no se volverían a ver hasta el día en que se encontraran de nuevo, en los ojos de otros, en los labios de otras bocas, en la vida de otras vidas.
Y cuando sentí unas lágrimas frías correr por mis mejillas, no sabía si realmente eran las mías, si era mío ese sueño, si era yo el que dormido observaba esa tragedia. 
Quizás fue el ruido de la lluvia que golpeaba las ventanas el que finalmente me despertó.
Y eso es todo lo que recuerdo.
Por eso te lo cuento. Nada más. 
Es que si nuestras almas no terminan juntas en esta vida, algún día, en algún momento; más que una pesadilla, más que un sacrilegio amor, eso sería rompernos el alma.
Y el alma hay que quererla mi vida.
Hay que quererla así, como yo te quiero.....
Más tarde,revoloteaban sus almas en el mismo aire, como si fueran extraños conocidos. 
Es que sentían lo mismo, aún ausentes de tacto.
Sentían el otro en ellos, como se siente la sangre correr, como se siente la vida misma. 
Con esa intensidad invisible que acaparaban en su pecho, y que a veces confundían con latidos, con angustia, con nostalgia, con olas de aire que respiraban con gusto a melancolía. 

Pero ese sentimiento constante que buscaba el alma del otro, les daba la certeza que al igual que ellos, la sangre siempre fluiría hacia el corazón.

No hay comentarios: